- Hoy mi vecina me obsequió una rica torta.
- Ayer recibí como presente un paquete lleno de libros.
- Ahora mismo estoy preparando un bonito regalo para mi hermana, que siempre se encarga de arreglarme mi cabello.
- Hace unos días participe de momentos de lectura en un hospital de niños...

Me fascina el programa televisivo: “Reconstrucción Total” donde cada semana un equipo de diseñadores se presenta en la casa de una familia, los llaman a todos los integrantes con un gran megáfono y les dicen que no solo le harán una casa nueva, sino que además durante el tiempo que ellos estén haciendo su casa, y es en solo siete días, la familia disfrutará de unas bellas vacaciones.
- ¿Por qué este programa ofrece algo tan costoso y por nada a cambio a esas familias?
- ¿A dónde hay que anotarse para que vengan a nuestra familia? -pregunta mi hijo.
No es por este programa, pero hace mucho tiempo que tengo instalada en mis pensamientos esta ley de la compensación.
Con frecuencia, cuando veo como padres que se sobreponen a pruebas muy difíciles con sus hijos, obteniendo una porción extra de fe para levantar su cabeza y pensar en el mañana, pienso es la ley de la compensación...
Cuando veo que ante la pérdida de un trabajo un hombre o una mujer pueden levantarse cada mañana, arreglarse y presentarse para buscar un nuevo empleo, esa entereza y valor que yo misma no tendría, pienso es la ley de la compensación...
Pero también suelo pensar que tal ley de compensación existe sobre entre nosotros, los mortales. No así con El Creador del Universo. El dueño de todo lo que existe.
¿Tiene Dios acaso algo que compensarnos a nosotros?
¿Nos ha provocado Dios alguna situación que merezca ser igualada?
A veces yo también pienso que necesito hacer uso de la ley de la compensación y estaría muy feliz si Ty y su equipo se pararan frente a mi casa y nos llamaran con su gran megáfono. Pero entonces recuerdo estas palabras que se grabaron en mi corazón y dejan a un lado al menos por hoy, la famosa ley de la compensación:
Vuelve ahora en amistad con él, y tendrás paz; Y por ello te vendrá bien.
Toma ahora la ley de su boca, Y pon sus palabras en tu corazón.
Si te volvieres al Omnipotente, serás edificado; Alejarás de tu tienda la aflicción;
Tendrás más oro que tierra, Y como piedras de arroyos oro de Ofir;
El Todopoderoso será tu defensa, Y tendrás plata en abundancia.
Porque entonces te deleitarás en el Omnipotente, Y alzarás a Dios tu rostro.
Orarás a él, y él te oirá; Y tú pagarás tus votos.
Determinarás asimismo una cosa, y te será firme, Y sobre tus caminos resplandecerá luz. Cuando fueren abatidos, dirás tú: Enaltecimiento habrá;
Y Dios salvará al humilde de ojos. El libertará al inocente,
Y por la limpieza de tus manos éste será librado. Job: 22:21-30
2 comentarios:
Buenos pensamientos.
Amar a Dios por lo que El representa para mi, no por lo que me da.
Hermoso!
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