domingo, 26 de julio de 2009

Segundas oportunidades


Una mañana te despiertas como cualquier otra. Los rayos del sol traspasan con total frescura las cortinas de tu ventana. Suena el despertador. Es hora de comenzar un nuevo día... Pero no sabes que esta se avecina diferente...

Personalmente creo que cada día es una nueva oportunidad para concretar planes, imaginar e idear nuevos proyectos, meditar en aquellas cosas a las que tienes que darle nuevas formas en tu vida o hacer lo más dignamente posible tu trabajo o las tareas de tu hogar y hacer que tu estadía allí sea agradable... ¿Es demasiado? No lo creo.

Solo que a veces los días no terminan siendo lo que pensamos y tenemos
dificultades para hacer propias las palabras del salmista David cuando dijo:
¡Este es el día que ha hecho el Señor, gocemos y alegrémonos en él! (Salmos 118:24).
Esa fue la experiencia de varias personas a las que conozco y la mía también.

Muchas veces me he preguntado:¿Que pasa por el corazón y la mente de tantas personas que una y otra vez ,descubren que sus sueños, sus deseos, sus anhelos de convertirse en personas importantes se desmoronan como castillos de arena a orillas de una playa en el mar?

¿Como enfrenta un nuevo día un hombre que acaba de descubrir que tiene en su cuerpo una enfermedad tan temida como el cáncer? ¿Con que gozo en su rostro puede mirar a sus hijos y esposa para darles tamaña noticia?

¿Cómo sobrelleva sus días una mujer, ahora adulta, que siendo niña sufrió muchas desdichas y tristezas, las cuales no puede olvidar hasta hoy? ¿Cómo puede creer a esas palabras? Aquellos días oscuros de su niñez también fueron hechos por Dios...

¿Como pueden unos jóvenes padres sobreponerse a la muerte de su hija tan amada? ¿Dónde encuentran ellos el gozo y la alegría que Dios da para cada nuevo día?

Esta y otras experiencias igualmente difíciles hacen que una y otra vez me pregunte:
¿Todos tenemos una segunda oportunidad en la vida? Si acaso la tenemos,
¿Cómo hacemos para vivir a la altura de aquel que dijo: ...Con amor eterno te he amado; por tanto te prolongué mi misericordia. (Jeremías 31:3)

Realmente es difícil sobreponerse a las pruebas y dificultades.

Pensar en una segunda oportunidad es alentador y devastador a la vez.
Depende de Quien va a ser nuestro refugio.


Si ya hemos pasado por estos “valles de sombras” comprendemos que hay
un solo lugar donde refugiarnos y es en Dios. En la quietud de su amor. En
la soledad de nuestro dolor. Allí, junto a Él, derramando todo nuestro
corazón. Expresando con nuestra voz todo lo que sentimos.

¿Una vez? Puede ser. Pero a veces es necesario, hacerlo una y otra vez.
Recordar sus promesas, repetirlas, hacerlas propias en cada momento de
dolor.Y Dios no es deudor nadie. El lo hace. Nos alivia...

Siempre hay una segunda oportunidad. No son mis palabras. Son las del Creador.

Dice la Biblia:
El que habita al abrigo del Altísimo
Morará bajo la sombra del Omnipotente.

Diré yo a Jehová: Esperanza mía, y castillo mío;
Mi Dios, en quien confiaré...
Con sus plumas te cubrirá,
Y debajo de sus alas estarás seguro;(Salmos 91:1-2 y 4)

No solo hay una segunda oportunidad, Dios extiende sus brazos de
amor para recibirnos una y otra vez.

Una mañana te despiertas como cualquier otra. Los rayos del sol traspasan con total frescura las cortinas de tu ventana. Suena el despertador. Es hora de comenzar un nuevo día..

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