martes, 2 de febrero de 2010

Segundo mes, segundo día, segunda oportunidad…

Hoy es día 2.
Estamos en el mes de febrero.
Me gusto pensarlo así: segundo día del segundo mes…

Ya paso el primer día del año con toda su algarabía, ya transcurrió el primer mes del año con toda su energía.

Hemos llegado a febrero. Nuestra agenda parece decaer o dejarse caer en las tareas cotidianas, como el trabajo, las tareas de vacaciones, los preparativos para el inicio del año escolar. En fin, es como si el año fuera perdiendo su encanto.

Nada de eso me pasa por ahora. Aun vivo con el encanto del verano y los días tranquilos que me invitan a seguir buscando en mi interior aquello que aún no logró su esplendor…

Me anima pensar que cada día es una nueva oportunidad para vivir lo bueno y lo no tan bueno, pero también lo bueno y lo mejor.

¿Qué cosas están opacando estos brillantes días de verano?

¿Qué cosas quisieras que fueran mejores de lo que son hoy?

¿Qué cosas tienes para ofrecer a tus seres queridos?

¿Qué cosas quisieras que brillaran con la luz de lo alto?

Yo ya tengo una lista abundante de propósitos para este segundo día, del segundo mes del año. Ellas tienen que ver con mi trabajo, mis deseos de ser una mejor persona, y de iluminar no con mi luz sino la que viene del cielo…

Porque cada día que transcurre es para mí una segunda oportunidad.

Una segunda oportunidad para mejorar aquello que ayer no quedo tan bien, para terminar lo que quedo por el camino, para empezar aquello que quedó pendiente.

Ningún día debería ser el fin de nada, sino el intervalo del que está por llegar.

Los escritos bíblicos registran estas palabras que me invitan cada día a vivirlo como una segunda oportunidad que Dios me da.

Hagamos fiesta en este día
porque en un día como éste
Dios actuó en nuestro favor.

Salmos 118:24

Vamos, te animo a afirmar conmigo: “cada día que transcurre es una segunda oportunidad para ver como Dios actúa en mi favor”.

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