viernes, 5 de febrero de 2010

Cae la tarde.


Cae la tarde. Es un día gris pero no oscuro.

Entonces me pregunto: ¿Qué hace que un día sea gris pero no oscuro?...

A veces es la lluvia intensa que hace que un día claro se transforme en gris.

Otras veces es una tormenta la que hace que el cielo se torne gris.

Pero la mayoría de las tardes es el camino natural que hace el atardecer hasta llegar a la noche. Solo pocos minutos hacen falta para que nuestro cielo transforme su bello color.

Muchas veces pasa eso en nuestra vida.

Un día todo marcha de maravillas, pero un problema repentino hace que ese día se ponga gris…

La siguiente jornada se presenta con algunas dificultades que sumadas a otras provocan un tormenta en nuestra vida y entonces vemos todo gris…

Pero la mayoría de las veces los grises de nuestros días tienen ver con las cosas cotidianas. Algo que salió mal en el trabajo, una discusión familiar, el efecto de algunos medicamentos, nuestros propios pensamientos…

Muchas veces esos grises se disipan con la noche, en el descanso de nuestro hogar, con nuestros seres queridos, buscando refugio en Dios.

Entonces es el momento de agradecer:
Agradecer porque en medio de un día gris Dios también nos muestra su amor y trato especial.
Agradecer porque trae a memoria las promesas de Su Palabra para animarnos y alentarnos, para transformar el atardecer gris en un anochecer con destellos de luz…

Los escritos antiguos registran estas palabras que hoy llegan a mi mente:

Dios mío, tú alumbras mi vida; tú iluminas mi oscuridad.Tú proteges como un escudo a los que buscan refugio en ti.

La noche ya está aquí. El cielo se transformó. Dios me iluminó con su luz y me confortó con su amor.

1 comentario:

Lisi dijo...

Precioso. Poco a poco te vuelvo a leer. Un abrazo con cariño