Porque un niño nos es nacido, hijo nos es dado, y el principado sobre su hombro; y se llamará su nombre Admirable, Consejero, Dios Fuerte, Padre Eterno, Príncipe de Paz.
Lo dilatado de su imperio y la paz no tendrán límite...
Isaías 9:6-7
Me encanta el tiempo de Navidad.
Desde que conocí a Jesús y de su amor por mí (cuando tenía dieciséis años) las navidades son siempre especiales, llenas de alegría y gratitud hacia mi Salvador.
Primero porque cantaba en un coro, luego porque mis alumnos siempre tomaban parte en esta celebración, más tarde desde que nacieron mis tres hijos, preparando las ropas típicas para que formaran parte del Pesebre Viviente...
Cada año era distinto y muy especial. Y este año también.
Me toco llevar a mi hija adolescente a los ensayos para cantar en navidad, un día, luego otro, luego llevarla el domingo temprano para el último ensayo y lo último verla subir con todo el grupo de adolescentes de nuestra iglesia y cantar esa hermosa canción: “Venid fieles todos a Belén a marchemos...”
Sencillamente me sentí muy feliz por verla crecer, y hacer cosas nuevas y servir de esta manera nuestro querido Dios.
Gracias Señor por tu amor y bondad.
Gracias por ser mi Salvador.

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