domingo, 23 de mayo de 2010

Me presento. Yo soy Gabriela…


Hasta hace algunos años esta afirmación me producía malestar, impaciencia, inseguridad y otros sentimientos que nada tienen que ver con los del día de hoy.

Los días, los meses, los años, las estaciones transcurren sin que uno pueda tomarlos fuerte de la mano para detenerlos junto a nosotros. Y es mejor que eso no pase. Si no nos quedaríamos así como así.

Cuando era joven, o mejor dicho mas joven, pensar siquiera en quien era, que hacia, como me sentía, siempre estaba en referencia a otra cosa o a otros. Siempre me definía como mamá de, esposa de, maestra de la escuela tal y otras presentaciones que continuamente estaban de acuerdo al lugar que ocupaba o la actividad que estaba desarrollando. No que aquello no fuera importante, ni que me desagradara, sino que no reflejaba lo que hoy veo frente a mí.

¿Y que veo hoy?

Hoy veo quién soy.

Hoy veo frente a mí, a Gabriela. Una persona que tiene un nombre, un lugar y una posición, pero no de privilegio sino de comunión con su Creador.

Esa posición me hace sentir especial y amada por mi Padre.

Los escritos bíblicos registran las siguientes palabras:
A los que triunfen sobre las dificultades y sigan confiando en mí, les daré a comer del maná escondido y les entregaré una piedra blanca. Sobre esa piedra está escrito un nuevo nombre, que nadie conoce. Sólo los que la reciban sabrán cuál es ese nombre’.
Tengo un bonito nombre. Pero Dios me dará uno mejor.


También la Biblia registra que tengo un lugar en el cielo:
En la casa de mi Padre hay lugar para todos. Si no fuera cierto, no les habría dicho que voy allá a prepararles un lugar.
En un algún del cielo, Jesús tiene preparado un espacio para mi, para disfrutarlo junto a Él. Trato de mantener siempre esa expectativa.

Por último tengo una posición:
Pero a todos los que la recibieron, a los que creen en su nombre, les concedió el privilegio de poder ser hechos hijos de Dios.
Mi mayor privilegio es poder ser una hija de Dios. Esa soy yo.

Como hija que soy quiero agradar a mi Padre que me ama, que siempre me da un trato especial, que cuida de mi y que me conoce como nadie.

3 comentarios:

Dav dijo...

Te conozco desde hace mucho y coincido con vos en algunos párrafos.
¿Pero que ves cuando te mirás al espejo?
Saludos.

Isa dijo...

Buena reflexión Gaby, tan parecida a la que tuve hace muchos años yo también. Lo más maravilloso es que para Dios, tenemos un lugar muy especial.
TQM
Isa

ARTzuza dijo...

Hola gabriela,
encontré tus escritos en la pagina de avanza kids, algunos de tus cuentos. te felicito porque estas dando de los que Dios padre te ha otorgado. Es de bendicion todo lo que hacemos desde el corazon, con gusto y para Dios.

Te comento, yo escribo algunas cosas ilustro y animo cosas para Dios, pero hasta ahora me estoy dando cuenta que mi posición en Dios es para darlo a conocer a Él y por eso quiero agradarle.
Me identifico con este escrito pues me pasó algo parecido, y ahora sé que Dios me ve diferente, como alguien especial en sus manos.

Pasate por mi blog (http://parableincolors.blogspot.com), es nuevo pero estaré escribiendo y publicando ilustraciones y cuentos allí

Bendiciones.