Hace muchos, muchos años, cuando los niños iban a la escuela durante los 365 días del año, en un pueblito del norte de nuestro país vivía una familia de luciérnagas.
Esa familia tenía muchos hijitos, pero Luci, la menor de las luciérnagas era especial, pues su luz estaba encendida durante todo el día, los 365 días del año.
Como Luci era especial le permitieron entrar en la escuelita del pueblo y presenciar las clases.
Todos los días hacía un divertido recorrido por los salones, escuchaba cantar a los nenes del jardín, le encantaba también escuchar el cantito de las tablas de multiplicar y escuchar a la señorita de 4° contar cuentos de lugares lejanos.
Pero lo que más le gustaba a Luci, era cuando venía una tormenta y todo se ponía oscuro. Entonces Luci alumbraba con más intensidad para que ningún niñito de los más pequeñitos tuviera miedo.
Pero una mañana de verano, cuando el calor y las nubes anunciaban la llegada de una tormenta, todos se sorprendieron y se preocuparon porque Luci no había llegado a la escuela.
¿Qué le había pasado? ¿Por qué Luci no había ido a la escuela?
Pronto se enteraron que Luci estaba enferma y su cuerpito débil y su lucecita tan especial ya no alumbraba como antes. El doctor de los bichitos de luz le dijo que ya no podía ir a la escuela pues su lucecita debía “recargarse” y para ello necesitaba un tiempo de descanso.
Fue así como desde aquel verano, en aquel pueblito del norte del pais, y con la llegada del último mes del año, Luci y todos los niños de la escuela debían tener un merecido y prolongado descanso.
Descanso que los chicos y las señoritas llamaron: “Vacaciones”…
1 comentario:
¡Qué hermoso cuento! ¡Me ha encantado! Ahora tengo algo más para contar a los niños que me visiten o a mis nietos postizos, je,je. ¡Lindo! ¡Me ha gustado mucho!
Besitos.
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