jueves, 12 de enero de 2012

Belleza interior

¿Qué es lo que hace hermosa a una mujer?

Sin quererlo y lejos de mí está caer en un lugar común, pero tendré que hacerlo.
Creo que una mujer es hermosa más allá del color de sus ojos, de su estatura, de su peso, de la fineza de sus manos, de lo brillante que sea su cabello y aún de la vestimenta que use.

Creo que la belleza de una mujer está en su ser interior.

Comparto con ustedes una serie de pensamientos sobre: La Belleza interior.

La fe. Belleza interior.


Cierto es que todo lo que nos pasa interiormente se refleja en nuestro exterior. Tanto lo bueno como lo malo.


Estamos enojadas, se refleja en nuestra cara.
Estamos angustiadas, se refleja en nuestros ojos.
Nos sentimos enfermas y se refleja en nuestro andar.
Estamos tensas, se refleja en nuestras manos…

Esta premisa de que todo lo que pasa en nuestro interior se refleja en lo exterior se aplica igualmente para las cosas positivas que sentimos.

Estamos felices, se refleja en nuestra sonrisa.
Estamos serenas, se refleja en nuestro hablar.
Estamos sanas, se refleja en el diario vivir.
Estamos alegres, se refleja en nuestro rostro…

Pero cierto es también, que muchas veces nos toca batallar cada día con alguna situación que nos persigue y que no nos deja reflejar en lo exterior aquello que sentimos en nuestro interior.

¿Por qué expreso esto? Porque muchas veces y con el paso de las estaciones hemos aprendido que aun en medio de la adversidad y del dolor podemos reflejar no aquello que nos pasa, sino como vivimos lo que nos pasa.

Sufrimos por una enfermedad y no nos mostramos enfermos, sino como caminando a la sanidad. Sufrimos por penas pasadas, y no reflejamos el dolor, sino la esperanza de un día libre y sin rencor. Sufrimos por la pérdida de un ser querido y no vivimos llorando su partida, sino recordando cuan felices hemos sido juntos y esperando un día volver a encontrarnos…

Dicen los escritos antiguos:

Cuando Dios nos dio la fe, puso, por así decirlo, un tesoro en una frágil vasija de barro.

Por eso, aunque pasamos por muchas dificultades, no nos desanimamos.

Tenemos preocupaciones, pero no perdemos la calma.

La gente nos persigue, pero Dios no nos abandona.

Nos hacen caer, pero no nos destruyen.

A donde quiera que vamos, todos pueden ver que aunque sufrimos lo mismo que Jesús, el hijo de Dios, también pueden ver, en nosotros, que Jesús tiene poder para dar vida.

Por eso no nos desanimamos. Aunque nuestro cuerpo se va gastando, nuestro espíritu va cobrando más fuerza. Las dificultades que tenemos son pequeñas, y no van a durar siempre, porque Dios allana nuestro andar y hace nuevos los caminos. (extractos de 2 Corintios 4:7-18)


Aunque el dolor esté junto a nosotros, elijamos reflejar esperanza.
Aunque la impaciencia haya ganado terreno, elijamos reflejar paz. Aunque quisiéramos no hacer nada, elijamos elevar una oración al cielo. Aunque no veamos la salida, elijamos creer y esperar.